viernes, 16 de octubre de 2015

El Perdón. Devocional del 4 de septiembre del 2015


EL PERDÓN 


“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”.
(Lucas 17:3–4)

Los cristianos somos las personas más perdonadas del mundo. Por lo tanto, debemos ser las personas más perdonadoras del mundo

A menudo cuesta perdonar a otros genuina y completamente. Frecuentemente nos encontramos practicando una clase de perdón que no es ni bíblica ni sanadora.

“Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:32). “Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes” (Colosenses 3:13b)

No puedo hacerlo solo
Hay una sola forma de vencer estas barreras, y es la de reconocer que usted no puede perdonar con sus propias fuerzas y que necesita desesperadamente que Dios intervenga y cambie su corazón
Ni un sentimiento, ni olvidar, ni excusar
Para entender lo que es el perdón, primero debemos ver lo que no es.
1) El perdón no es un sentimiento. Es un acto de la voluntad. El perdón involucra una serie de decisiones, la primera de las cuales es recurrir a Dios para que cambie nuestro corazón.
 
2) El perdón no es olvidar. Olvidar es un proceso pasivo en el cual un asunto se desvanece de la memoria meramente con el paso del tiempo. Perdonar es un proceso activo; involucra una elección consciente y un curso de acción deliberado. Puesto de otra forma, cuando Dios dice: “Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados” (Isaías 43:25), no está diciendo que no puede recordar nuestros pecados. Más bien, está prometiendo que no los recordará o que cuando lo recuerda, no le hace daño ni lo trae a la memoria.

3) El perdón no es excusar. Cuando uno excusa dice: “Está bien”, y da a entender: “Lo que hiciste no estuvo mal realmente” o “No pudiste evitarlo”. Perdonar es lo contrario de excusar. El hecho mismo de que el perdón sea necesario y se conceda indica que lo que alguien hizo estuvo mal y es inexcusable.

El perdón es una decisión

Perdonar a alguien significa liberar a la persona de su responsabilidad de sufrir un castigo o una pena.
A través del perdón, Dios derriba las paredes que nuestros pecados han erigido, y abre el camino para una relación renovada con Él. Esto es exactamente lo que debemos hacer si hemos de perdonar como el Señor nos perdona: Debemos liberar a la persona que nos ha agraviado de la pena de estar separada de nosotros. No debemos tener agravios contra otros, ni pensar en los agravios, ni castigarlos por los agravios. 
Recuerde el perdón de Dios
Uno de los pasos más importantes para superar una actitud de falta de perdón es centrar su atención en cuánto Dios lo ha perdonado a usted. La parábola del siervo desagradecido (Mateo 18:21–35) ilustra este principio vívidamente. En esa historia, un siervo le debía al rey una deuda enorme. Cuando el rey amenazó con hacer que el siervo y su familia fueran vendidos como esclavos para pagar la deuda, el siervo le rogó que tuviera misericordia. El rey “se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad” (v. 27). Unos instantes después, el siervo vio a un hombre que tenía una deuda con él y le pidió que se lo pagara. El siervo rehusó hacerlo, y el primer siervo “lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda” (v. 30). Cuando el rey se enteró de esto, llamó al primer siervo y le dijo: “¡Siervo malvado!… Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” (vv. 32, 33). Luego, “enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía” (v. 34). Jesús concluye la parábola con estas palabras impactantes: “Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano” (v. 35).

Aplicación
El perdón tiene que ser bíblico y sanador. El perdón es sanador cuando decidimos hacer cuatro compromisos:
“No me detendré en este incidente”.
“No volveré a mencionar este incidente para usarlo contra ti”.
“No hablaré a otros acerca de este incidente”.
“No dejaré que este incidente se interponga entre nosotros o entorpezca nuestra relación personal”.

Estos compromisos dan como fruto cuatro actitudes:
                 Pensar bien del otro,
No lastimarlo,
Nunca chismear de el o ella,
Siempre guardar la amistad.

Esto lleva a la reconciliación. Mediante pensamiento, palabra y acción, podemos demostrar el perdón y reconstruir relaciones con personas que nos han ofendido. No importa cuan dolorosa la ofensa, con la ayuda de Dios podemos hacer estos cuatro compromisos e imitar el perdón y la reconciliación que fue demostrada en la cruz. Por la gracia de Dios, podemos perdonar como el Señor nos perdonó.

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